La apariencia de un xenomorfo puede variar considerablemente, dependiendo de la obra de ficción en la que se presente. Sin embargo, algunas características comunes incluyen: piel de color oscuro o translúcido, exoesqueleto, dientes y garras afiladas, ojos compuestos o ausencia de ojos, y una estructura corporal bípeda o cuadrúpeda.

Los xenomorfos son generalmente criaturas agresivas y territoriales. Su comportamiento se rige por la supervivencia y la reproducción, mostrando una inteligencia instintiva para la caza y la eliminación de amenazas.

El ciclo de vida de un xenomorfo puede variar, pero generalmente incluye una fase de huevo, una fase larval (conocida como «facehugger»), una fase de desarrollo parasitario dentro de un huésped (conocida como «chestburster») y una fase adulta.

Los xenomorfos poseen habilidades físicas y sensoriales superiores a las humanas. Algunas de estas habilidades pueden incluir: fuerza sobrehumana, velocidad y agilidad, resistencia a la herida, camuflaje, visión en la oscuridad y sensibilidad a diferentes tipos de radiación.

La reproducción de los xenomorfos se caracteriza por ser parasitoide. El xenomorfo adulto implanta un embrión en un huésped vivo, utilizando un «facehugger». El embrión se desarrolla dentro del huésped, eventualmente emergiendo como un «chestburster».

Existen diferentes tipos de xenomorfos en la ficción, cada uno con características y habilidades específicas. Algunos ejemplos incluyen:

Xenomorfo XX121: El xenomorfo clásico de la película Alien (1979).
Depredador: Un cazador alienígena de la franquicia Predator.
Yautja: La especie alienígena a la que pertenece el Depredador.
Los Zerg: Una raza insectoide alienígena del videojuego StarCraft.
Los Goa’uld: Una raza alienígena parasitaria de la serie Stargate.

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